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«Santidad en la vida ordinaria» es el título de la entrevista al Obispo Prelado del Opus Dei publicada en el diario “Avvenire” con ocasión del Congreso Eucarístico celebrado en Bolonia, Italia, en los últimos días de septiembre. Avvenire (21-IX-1997)

1. ¿Cómo definiría, en síntesis, el «carisma» del Opus Dei?

Desde los primeros años, el Beato Josemaría concibió el Opus Dei como una realidad profundamente secular: una invitación divina, dirigida a los fieles comunes, para buscar la santidad en y a través de las ocupaciones ordinarias, sin cambiar de estado. El contexto de su vida es la existencia cotidiana. El Bautismo les asigna un papel específico en la economía de la salvación, y la vocación al Opus Dei no hace más que confirmarlo. La configuración en Prelatura subraya la naturaleza eclesial propia de este fenómeno pastoral: una estructura jurisdiccional personal, de esencial connotación secular; en cuanto es parte de la común organización jerárquica de la Iglesia, la adhesión a aquella configuración no cambia para nada las condiciones de vida de sus fieles, tanto desde el punto de vista civil como desde el punto de vista eclesiástico.

El Señor ha confiado al Beato Josemaría un mensaje que se puede sintetizar así: recordar que todos los cristianos están llamados por Dios a la santidad y al apostolado. Para la gran mayoría de los bautizados, los laicos, esto significa que allí donde se encuentran —en la familia, en la escuela, en el ambiente laboral, en el puesto que ocupan en la sociedad— han de ser luz de Cristo, amor de Cristo hacia los demás; deben identificarse con Cristo y participar activamente en su acción redentora.

Es un carisma que se apoya en la aguda percepción del misterio de la encarnación: Jesús ha venido a salvar lo humano. «Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, santificar a los demás con el trabajo»: con esta fórmula sintética, le gustaba expresar la misión del cristiano en el mundo.

2. ¿Con qué modalidades, y con qué espíritu, participará el Opus Dei en el Congreso Eucarístico Nacional?

Los fieles del Opus Dei están desde hace ya tiempo rezando por el Congreso Eucarístico Nacional. Se preparan —cada uno a su modo— sensibilizando a parientes, colegas de trabajo, amigos y conocidos, en orden a una vida eucarística más profunda. Siguiendo las enseñanzas del Beato Josemaría, lo hacen tratando de ampliar el propio apostolado, animando a las personas con que entran en contacto a redescubrir la alegría del encuentro con la misericordia divina en la Confesión. Por otra parte, quien tenga la posibilidad estará presente en Bolonia, durante los diversos momentos de encuentro y de plegaria.

3. Usted va a celebrar la Misa que concluirá la “Jornada de las agregaciones laicales” del Congreso Eucarístico Nacional. Cuál le parece que debe ser la función de estas agregaciones en la Iglesia, en los umbrales del tercer milenio?

Está ya a las puertas el segundo año de preparación inmediata al gran Jubileo, el año dedicado al Espíritu Santo. Por eso, responderé así a su pregunta: docilidad a los impulsos del Espíritu Santo. O, lo que es lo mismo: fidelidad al carisma recibido. La variedad de carismas es una confirmación elocuente de la incansable condescendencia de Dios hacia el hombre: el Señor bendice la infinita pluralidad de talentos, de disposiciones, de aptitudes; y la dirige al servicio de la redención. Es más, la hace camino de santidad e instrumento de apostolado.

En este sentido cabe decir que la Iglesia avanza en una continua renovación. Querría incluso decir —permítaseme la expresión— que el Espíritu tiene mucha más imaginación que nosotros los hombres, y suscita incesantemente nuevos santos. Ahora bien, se debe añadir de inmediato que renovación equivale a fidelidad a Cristo. La Iglesia escucha al Espíritu. Y la garantía de la verdadera fidelidad, que no es uniformidad, está en consolidar los vínculos de unidad en la Iglesia.

Romana, n. 25, Julio-Diciembre 1997, p. 304-306.

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