envelope-oenvelopebookscartsearchmenu

Moergestel, Holanda. Día de estudio para sacerdotes diocesanos

Encubrir la verdad pro bono pacis, es una forma de “nuevo clericalismo” que hay que combatir, dijo el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero. El Cardenal pronunció dos conferencias el pasado 15 de marzo en el Centro de Conferencias Zonnewende (Moergestel, Holanda), con ocasión de un día de estudio sobre el tema: “El sacerdocio para la eternidad en este tiempo”.

La sesión introductoria de ese día corrió a cargo del Cardenal Adriano Simonis (Arzobispo de Utrecht y presidente de la Conferencia Episcopal de Holanda). En su intervención, dijo que «es importante tener presente a la Iglesia Universal como organismo jerárquico, para superar las limitaciones que lleva consigo la propia cultura. Al final del segundo milenio hemos llegado a un entorno cultural donde la autoridad se basa en la democracia. En este ambiente los católicos que respiran estos aires democráticos (de abajo hacia arriba) pueden llegar a tener síntomas de asfixia ante esta misión de la Iglesia “de arriba hacia abajo”. Pero el sacerdocio, continuó el Cardenal Simonis, es un don de Dios que nos obliga a acentuar el movimiento de arriba hacia abajo».

El Cardenal Castrillón siguió ahondando en esa idea. El sacerdote, señaló, tiene que considerarse como una instancia crítica ante el mundo y, cuando haga falta, ante sus fieles, aunque esto vaya contra la cultura reinante del pacto.

El sacerdote ha de estar convencido de que él ha sido elegido por Dios, y no hacerse dependiente del “aplauso de los fieles”, dijo el prefecto de la Congregación para el Clero. «La busca de consenso a toda costa es una gran tentación, una nueva forma de clericalismo que hay que combatir».

Según el Cardenal Castrillón, la ideología de los años sesenta, que llevaba a considerar que todo es “moldeable”, es también responsable de que muchos, incluso sacerdotes, durante los años posteriores al Concilio Vaticano II, tuviesen la idea de que podían continuar reformando la Iglesia. Más adelante recordó que hay que tomar muy en serio la actuación del Espíritu durante el Concilio. Esto significa que querer mantener la situación preconciliar es tan equivocado como seguir cambiando la Iglesia postconciliar según los propios deseos y gustos, concluyó.

Romana, n. 28, Enero-Junio 1999, p. 133-134.

Enviar a un amigo