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Santiago de Chile. Clase magistral en la Universidad de los Andes

Con ocasión del centenario del nacimiento de Josemaría Escrivá de Balaguer, en la inauguración del año académico de la Universidad de los Andes, el 17 de abril, la periodista y profesora Consuelo Toro dictó una clase sobre “El Beato Josemaría como comunicador”. Asistieron estudiantes, académicos y amigos de la Universidad.

La profesora Toro trató de explicar a través del paradigma clásico de la teoría de la comunicación (“quién dice, qué, por qué canal, a quién y con qué efecto”) el éxito de la difusión del mensaje del Beato Josemaría. Lo primero es el mensaje, tener algo que decir. En la vida de Josemaría Escrivá, desde que el dos de octubre de 1928 Dios le hizo ver lo que quería de él, el contenido de su mensaje fue siempre el mismo: la vocación a la santidad y al apostolado en medio del mundo a través del trabajo profesional, la llamada universal a santificar todas las realidades humanas. El Beato Josemaría consagró su vida a la transmisión de este mensaje: puso al servicio de lo que tenía que decir todas sus capacidades personales.

Pero el mensaje, ese elemento intangible y primordial del proceso comunicativo, requiere una forma. Se habla, se escribe, se testifica. Monseñor Escrivá lo hizo todo. Sus indudables talentos humanos para la comunicación y una profunda y seria preparación intelectual son manifiestos en sus homilías y en todos sus textos, que conjugan la espontaneidad con la erudición, y en las que encontramos imágenes de sencillez rotunda, accesibles a cualquier interlocutor, elevadas delicadamente a metáforas de realidades espirituales, a verdades sólo descubiertas en la contemplación. Con su tono coloquial y sus relatos casi cinematográficos, el Beato Josemaría fue capaz de usar el lenguaje para tomar de la mano a su auditorio y llevarlo gradualmente a la comprensión de la profundidad del mensaje que tenía la misión de transmitir.

Finalmente está el receptor, sin el que no hay posibilidad ni sentido en la comunicación. Josemaría Escrivá supo establecer esa relación personal que garantiza la recepción del mensaje. Nunca perdió de vista su “público”, como se diría en Periodismo. Consuelo Toro, citando a Juan Pablo II, afirmó: “La comunicación es algo más que el proceso de transmitir información o suscitar emociones. En su nivel más profundo es un acto personal de amor, una generosa donación de sí, de mente y corazón”. Por ello, concluyó la profesora de la Universidad de los Andes, la clave de la eficacia de comunicador del Beato Josemaría “no se encuentra sólo en la forma en que transmitió su mensaje. Sus palabras son elocuentes por bien dichas y por escritas con buena pluma, pero se meten en el alma de sus interlocutores uno a uno porque son una lección de equilibrio entre lo divino y lo humano”.

Romana, n. 34, Enero-Junio 2002, p. 146-147.

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