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Doctorados honoris causa en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz

La Pontificia Universidad de la Santa Cruz ha otorgado, por vez primera en su historia, el doctorado honoris causa al Cardenal Dionigi Tettamanzi (Teología) y a los profesores Javier Hervada (Derecho Canónico) y John M. Rist (Filosofía).

El acto académico tuvo lugar el pasado 26 de noviembre en el Aula Cardenal Höffner de la universidad, y en él participaron rectores de otras universidades de Roma, miembros del cuerpo diplomático y colegas de los tres doctorandos.

En su saludo inicial, Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad de la Santa Cruz, subrayó la misión de la universidad como «núcleo vivo de preparación de nuevas generaciones de hombres y de mujeres, conscientemente dedicados al servicio del bien común a través de la promoción del conocimiento». Al analizar el significado de la ceremonia que presidía, se refirió también al ejemplo y las enseñanzas de San Josemaría Escrivá, inspirador de esta Universidad, en la que van siempre profundamente unidos el empeño científico y la vida espiritual.

«Quien, siguiendo una inclinación profunda, ha hecho de la universidad el lugar del propio trabajo —dijo Mons. Echevarría—, es consciente de haber asumido una responsabilidad, grande y entusiasmante a la vez, tanto ante los hombres como ante Dios. Para afrontarla eficazmente, el esfuerzo intelectual no es menos importante que el espiritual: si queremos formar mentes capaces de orientarse hacia la verdad, debemos plasmar almas sedientas de Dios».

El primer doctorando era el Card. Dionigi Tettamanzi, Arzobispo de Milán, que dedicó su lectio al tema “Actualidad de la encíclica Veritatis Splendor. La relación entre verdad y libertad”. El Cardenal expuso cómo algunos periodos históricos han evidenciado que la libertad sola, desarraigada de toda objetividad, no consigue decidir satisfactoriamente lo que está bien y lo que está mal. Disertó sobre la necesidad de que la libertad y la verdad estén iluminadas por la luz de la fe que ha traído el anuncio evangélico. Según el Arzobispo de Milán, «la vida vivida por el creyente —especialmente la vida de santidad, porque ésta es la connotación misma y el dinamismo propio de la existencia moral— se convierte en la muestra más elocuente de la verdad, de la belleza, de la felicidad y de la eficacia que íntimamente caracterizan a la propuesta moral».

El segundo doctorando era el prof. Javier Hervada, ordinario de Derecho Canónico y de Derecho Natural en la Universidad de Navarra. En su intervención, que tituló “Confesiones de un canonista”, recorrió su propio itinerario académico, en cuyo origen hay dos conceptos fundamentales: la relación jurídica como quicio del sistema canónico y el ordenamiento canónico entendido como un sistema de relaciones jurídicas regidas por el principio de justicia.

El filósofo John M. Rist, profesor emérito de “Classics and Philosophy” de la Universidad de Toronto, era el tercer doctorando. El profesor Rist es miembro de la Royal Society de Canadá y del Clare Hall de Cambridge. En su lectio magistralis analizó histórica y filológicamente el fundamentalismo. «Una característica recurrente, si no la más universal, del fundamentalismo es su condición de variedad propia del género de ignorancia voluntaria», señaló. Y aclaró que la define como voluntaria «en el sentido de que requiere una elección de vida, una praxis, a menudo de tipo severo y rígido».

Entre la entrega de un doctorado y otro, un coro de cámara dirigido por Mons. Pablo Colino interpretó varios fragmentos musicales acompañado por el cuarteto “Gli amici dell’Armonia”.

El rector de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Prof. Mariano Fazio, afirmó que «estos tres primeros doctores honoris causa encarnan, cada uno en su propio ámbito y personalidad, un modelo del investigador excelente, no sólo por sus indiscutibles méritos científicos sino también por su generosa disposición al servicio de la comunidad académica. Constituyen para nosotros un seguro punto de referencia también para el modelo intelectual que queremos formar en nuestras aulas universitarias». Más adelante, refiriéndose al servicio a la verdad que han prestado los tres doctores, añadió: «este es el espíritu que anima a la Pontificia Universidad de la Santa Cruz: buscar humildemente la verdad para ponerla a disposición de los demás».

Romana, n. 35, Julio-Diciembre 2002, p. 352-353.

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