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En la fiesta del 26 de junio

El 26 de junio de 2003, la Iglesia ha celebrado por primera vez la fiesta de San Josemaría, "el santo de lo ordinario", como el Papa lo había llamado nueve meses antes, el 7 de octubre, en su discurso a los participantes en la canonización del Fundador del Opus Dei.

En Roma, la iglesia de San Josemaría Escrivá, engalanada para su fiesta parroquial, fue el escenario de una concelebración eucarística que presidió el Prelado del Opus Dei y en la que participaron numerosas personas. También en otras parroquias e iglesias romanas se celebraron Misas en honor del nuevo santo ese día.

El Cardenal Dionigi Tettamanzi presidió la concelebración que tuvo lugar en la catedral de Milán. Una multitud de fieles que llenaba completamente el templo manifestaba con su presencia la devoción al nuevo santo.

"Queridísimos", comenzó por decir el Cardenal Tettamanzi en su homilía, "nos encontramos aquí para venerar la memoria de San Josemaría Escrivá en el aniversario de su nacimiento al cielo. Venerar la memoria es siempre recordar algo. ¿Recordar qué, en este caso? Ciertamente, sus enseñanzas, sus indicaciones prácticas, su testimonio de vida, pero sobre todo su figura espiritual y, por tanto, el secreto y la fuerza de una existencia totalmente entregada a Cristo, Señor de la Iglesia. El nuestro es un recuerdo que encuentra su ocasión en la celebración eucarística, y que por lo tanto está marcado por el sentimiento de una profunda gratitud, porque reconocemos en la obra y en la persona de este santo un gran don de Dios a la Iglesia y a cada uno de nosotros en particular".

El Cardenal recordó también unas palabras de San Josemaría que, según dijo, pueden ser leídas ahora como un resumen de la fecundidad con que Dios premió su propia vida de entrega: "Sueño —y el sueño se ha hecho realidad— con muchedumbres de hijos de Dios, santificándose en su vida de ciudadanos corrientes, compartiendo afanes, ilusiones y esfuerzos con las demás criaturas. Necesito gritarles esta verdad divina: si permanecéis en medio del mundo, no es porque Dios se haya olvidado de vosotros, no es porque el Señor no os haya llamado. Os ha invitado a que continuéis en las actividades y en las ansiedades de la tierra, porque os ha hecho saber que vuestra vocación humana, vuestra profesión, vuestras cualidades, no sólo no son ajenas a sus designios divinos, sino que Él las ha santificado como ofrenda gratísima al Padre".

El Arzobispo de Lubiana, Mons. Franc Rodé, presidió en su catedral una solemne concelebración con motivo de la fiesta de San Josemaría. En su homilía, Mons. Rodé expresó su gratitud por el inminente inicio del trabajo apostólico de la Prelatura del Opus Dei en Eslovenia. En la Misa participaron un centenar de fieles. Un coro de la ciudad actuó en diversos momentos a lo largo de la ceremonia.

En la iglesia parroquial de Saint Honoré d'Eylau de París, ante más de mil doscientos fieles de París y alrededores, tuvo lugar una concelebración eucarística presidida por el Cardenal Jean-Marie Lustiger, quien durante la homilía glosó la oración colecta de la Misa de San Josemaría, subrayando la relación de la santificación del trabajo y del apostolado con la obra de la Redención.

También el arzobispo de Lyon, Mons. Philippe Barbarin; el de Toulouse, Mons. Emile Marcus; el de Burdeos, Mons. Jean-Pierre Ricard (presidente de la Conferencia Episcopal de Francia); el de Estrasburgo, Mons. Joseph Doré; y el obispo de Grenoble, Mons. Louis Dufaux, presidieron las celebraciones litúrgicas que hubo en sus respectivas diócesis con ocasión de la fiesta de San Josemaría. En Marsella, el Arzobispo de la ciudad, Mons. Bernard Panafieu, dio a conocer, al final de la ceremonia en la basílica del Sagrado Corazón, la iniciativa del rector del templo de poner en una de las capillas una estatua del Fundador del Opus Dei. Se ha abierto una suscripción pública de donativos para sufragar los gastos de la imagen y ornamentación de la capilla.

En Beirut, el Arzobispo maronita Mons. Paul Matar celebró la Misa de San Josemaría el 25 de junio. Asistieron unas 200 personas. El Obispo latino para el Líbano, Mons. Paul Dahdah, estuvo también presente en la ceremonia. Comentando la parábola evangélica del fermento y la masa, Mons. Matar mencionó en su homilía un recuerdo de su infancia: en su casa, su madre preparaba el pan y a veces le explicaba la acción de la levadura. Semejante debe ser, prosiguió Mons. Matar, el efecto de la acción de los cristianos en la sociedad: una acción silenciosa pero eficaz y necesaria, tal como San Josemaría mostró con sus enseñanzas y con su vida.

Mons. Henry Howaniec O.F.M., Obispo de Almaty (Kazajstán), presidió una concelebración eucarística en la catedral. Otra Misa tuvo lugar en la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús, en Shimkent, otra ciudad de Kazajstán.

En Japón se conmemoró la fiesta de San Josemaría con la celebración de la Santa Misa en el colegio Seido, de Nagasaki, y en la ciudad de Ashiya.

El sábado 28 a las 9 de la mañana, más de dos mil personas asistieron a la Misa de la fiesta de San Josemaría Escrivá que se celebró en la catedral de San Pablo, en Abidjan (Costa de Marfil). Presidió la ceremonia el obispo auxiliar mons. Joseph Aké, quien, refiriéndose a la delicada situación del país, dijo en su homilía: "Gracias a Josemaría, os habéis convertido en propagadores de Dios, compañeros de Dios, amigos de Dios, porque os esforzáis en vivir en la esfera de la santidad. ¿Qué esperamos de vosotros en este contexto de guerra en el que se encuentra Costa de Marfil? (...) La respuesta es sencilla, pero no por eso menos eficaz: llevar una vida santa en vuestra familia, en vuestro medio profesional, allí donde la Providencia os ha colocado; esa vida, necesariamente, tendrá una gran repercusión en todos aquellos que os rodean y os miran. El que camina hacia la santidad es siempre artesano de paz, el que aspira a la santidad vive necesariamente de amor".

Nueve obispos de diferentes diócesis congoleñas concelebraron la Santa Misa en honor de San Josemaría Escrivá en la catedral de Kinshasa. Presidió la ceremonia el Cardenal Etsou. Refiriéndose a las circunstancias por las que atraviesa el país, el Cardenal puso de relieve la urgencia de poner en práctica la doctrina de la santificación del trabajo, predicada por el Fundador del Opus Dei. "Si todos los cristianos santificaran su trabajo", dijo el Cardenal Etsou, "estaríamos en la antesala del paraíso; sabemos que la felicidad total viene después, pero con el trabajo bien hecho y santificado estaríamos construyendo la paz, la convivencia, la fraternidad, el amor de Dios entre todos nosotros. Por eso, la labor de los fieles de la Prelatura es fundamental: sois los apóstoles de la santificación del trabajo. Todos se sentirán empujados, viendo mujeres y hombres que trabajan, y que trabajan bien, a hacer otro tanto por amor de Dios. El Congo se salvará gracias al trabajo".

También en Lubumbashi, a dos mil kilómetros de la capital de la República Democrática del Congo, en el sudeste del país, hubo una Misa con motivo de la fiesta de San Josemaría. La celebró Monseñor Joseph Kabayo, coordinador de la educación católica en Katanga, y participaron un centenar de fieles.

Al otro lado del río Congo, varias parroquias de Brazzaville organizaron, el 26 de junio por la mañana, Misas en honor de San Josemaría.

Igual que en Lubumbashi y Brazzaville, también en otras ciudades africanas en las que no hay Centros del Opus Dei, como Túnez y Dar-es-Salaam, se ha celebrado este año la Misa en honor de San Josemaría Escrivá.

En la Misa que tuvo lugar en Sidney, el celebrante principal fue el Arzobispo, Mons. George Pell. Concelebraron el Cardenal Edward Clancy; el Arzobispo de Perth, Barry James Hickey, y el Vicario de la Prelatura del Opus Dei en Australia y Nueva Zelanda, Mons. John Masso. El mensaje de la homilía se centró en la necesidad de la nueva evangelización que el Santo Padre está pidiendo a todos los católicos. Un afán que San Josemaría expresaba con una jaculatoria: Todos con Pedro a Jesús por María.

En Washington, D.C., en la basílica de la Inmaculada Concepción, el Cardenal Keeler, de Baltimore, comentó en su homilía, ante 1.800 personas, que las enseñanzas de San Josemaría sobre la santificación de la vida ordinaria anticiparon en varios aspectos el magisterio del Concilio Vaticano II. Citando la homilía del Santo Padre en la ceremonia de canonización de Josemaría Escrivá, recordó que el Fundador del Opus Dei vivía y enseñaba, como todos los grandes santos, que la eficacia apostólica proviene siempre y sólo de una vida intensa de oración.

En Montreal, la basílica de San Patricio acogió el 27 de junio a más de quinientos fieles. La celebración fue presidida por Mons. Luc Cyr, obispo de Valleyfield, acompañado por el Vicario Regional de la Prelatura del Opus Dei y una docena de sacerdotes, dos de ellos africanos.

En Canadá hubo Misas en honor de San Josemaría también en otras siete ciudades: Toronto, Québec, Ottawa, Kingston, Edmonton, Calgary y Vancouver.

Romana, n. 36, Enero-Junio 2003, p. 137-140.

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