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Sevilla, España. Óptica trascendente del quehacer cotidiano

Bajo el título “El trabajo, óptica trascendente del quehacer cotidiano”, se celebró recientemente una mesa redonda en Sevilla. El Colegio Mayor Alborán había invitado a varios profesionales a reflexionar sobre el trabajo como herramienta para la perfección personal, el servicio a la sociedad y el encuentro con Dios.

La sesión se planteó como una ocasión de abordar la actualidad del mensaje cristiano sobre el trabajo y de esclarecer, desde diversas experiencias profesionales, algunos retos relacionados con la santificación del trabajo: la conciliación entre vida profesional y familiar, la búsqueda de la belleza y de la verdad en el arte, etc...

José Carlos Martín de la Hoz comentó cómo San Josemaría impulsó la formación de los universitarios “llamándoles fuertemente a la santidad; procurándoles una asistencia personal para alentarles a ser magnánimos al calor de la oración, porque los proyectos humanos se hacen grandes en la oración; y, finalmente, incitando en ellos un hondo sentido de responsabilidad a la medida de su libertad personal”.

Nuria Chinchilla, profesora del IESE, centró su exposición en lo que calificó como “un desafío cotidiano: la conciliación de la vida laboral y familiar”. Para Chinchilla, las enseñanzas de San Josemaría a este respecto son una avanzadilla a los problemas que vivimos hoy, “en primer lugar porque ya señaló la capacidad de la mujer para ser agente de cambio y, en segundo término, porque la mujer ha de repensar las cosas para aportar como mujer lo que está inédito en su ámbito”.

La profesora Chinchilla señaló algunos retos que tiene planteados la mujer en torno a la conciliación entre la atención a la familia y al trabajo. Según dijo, una mejora de la situación en la que la mujer actualmente se encuentra debe venir, por una parte, de la mano del principio de pararse a fijar prioridades. “Es necesario descubrir las prioridades y la misión que cada cual ha de desarrollar, tanto en lo que se refiere al propio prestigio profesional como a la adecuada atención a la familia”. Por otra parte, reclamó una colaboración mutua del matrimonio en este afán conciliador, “porque se trata necesariamente de trayectorias vitales que deben ir de la mano, sobre todo en lo que a educación de los hijos se refiere”.

Por último, la pintora Marieta Quesada habló sobre la implicación del trabajo en la inspiración: “En mi caso —señaló— el proceso estético va precedido de esforzado y constante trabajo salpicado de felices momentos de inspiración. Vienen y van dentro del trabajo dando genialidad a la obra. Pero es el trabajo el que fragua al artista”. También se refirió al concepto de sobriedad como herramienta necesaria para captar la belleza de lo sencillo. “La sobriedad de vida facilita captar la belleza de lo creado y desde esta posición resulta más fácil buscar al Dios que se vislumbra en la belleza”.

Romana, n. 37, Julio-Diciembre 2003, p. 85-86.

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