envelope-oenvelopebookscartsearchmenu

Mensaje para la inaguración de la capilla dedicada a San Josemaría en Pescia. Italia, 13-V-2004

En primer lugar, deseo expresar mi más profunda gratitud y mi afectuoso y fraterno saludo al Excelentísimo Obispo de Pescia, Giovanni De Vivo, al Párroco don Alessandro Pasquinelli, a la autoridades civiles, a los fieles de la parroquia de Santa María ad Mártires, y a todos los que han querido estar presente en esta ceremonia. Manifiesto mi pesar por no haber podido tomar parte sino con el corazón.

Para mí es fuente de gran alegría la difusión de la devoción a San Josemaría en Italia y en el mundo, cada vez más amplia. Esta alegría se hace más intensa cuando veo que la devoción por este santo, a cuyo lado he tenido el privilegio inmerecido de poder trabajar durante veinticinco años, se arraiga y se extiende en tierras toscanas. San Josemaría, en efecto, amaba la Toscana y rezó mucho por esta región, no sólo en los breves períodos de tiempo que transcurrió aquí o durante los frecuentes viajes que le ofrecieron la posibilidad de recorrer sus provincias; sino también porque, conociendo las hondas raíces cristianas de esta tierra, deseaba -más aún, desea- que esta tierra sea un lugar propicio para la difusión del mensaje de la santidad que el Señor le inspiró el 2 octubre de 1928, dirigido a todos los hombres de buena voluntad. Desde entonces no han transcurrido muchos años y, sin embargo, los frutos de su oración -y, sobre todo, de la gracia divina- son evidentes: los millares de toscanos que el 6 de octubre de 2002 participaron en la canonización del Fundador del Opus Dei y, antes, los numerosos encuentros conmemorativos del centenario de su nacimiento, testimonian una veneración sincera por el “santo de los ordinario”, como lo definió Juan Pablo II en la Audiencia de la Plaza San Pedro.

En particular, la presencia viva de la devoción a San Josemaría en la parroquia de Santa María ad Martyres al Marginone de Altopascio, con la dedicación de una capilla enriquecida con una hermosa imagen, obra del escultor Barsanti, es signo de cómo el mensaje de santidad, que propagó por medio de la Prelatura del Opus Dei, atrae a mujeres y a hombres de todo lugar y de toda clase social, despertando en ellos el deseo de ser coherentes con las exigencias de la vida cristiana, de dar testimonio de Cristo y servir a la Iglesia, de la cual la Prelatura constituye una pequeña porción. Me causa especial alegría que la Parroquia de Marginone esté dedicada a la Virgen María: San Josemaría recomendaba no olvidar que Nuestra Señora es, a la vez, Madre de Dios y Madre nuestra, Madre de cada uno de nosotros. Nos invitaba a amarla tiernamente. Repetía a menudo que María es el camino más sencillo y breve para llegar a Cristo. Escribió, en efecto: “A Jesús siempre se va y se «vuelve» por María” (Camino, n.495).

Me uno, pues, espiritualmente a las intenciones que se formularán en la celebración eucarística y, en particular, a la oración por la paz, por la que el Santo Padre ha dirigido a todo el mundo llamadas tan insistentes en los últimos tiempos.

Romana, n. 38, Enero-Junio 2004, p. 52.

Enviar a un amigo