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Graz, Austria. Christiana Justin en el Centro Cultural Geidorf

El Centro Cultural Geidorf abrió sus puertas en 1973. Además de actividades formativas para la población estudiantil de Graz, desde hace algunos años organiza también con relativa frecuencia conferencias sobre temas pedagógicos para padres.

“¿Se pueden poner límites en la educación de los hijos? ¿Cuáles? ¿Cómo y cuándo?”. Este es el título de la conferencia que dio el pasado 3 de marzo Christiana Justin, médico anestesista. La doctora Justin tiene cinco hijos y es viuda desde hace ocho años. Una simpática presentación multimedia con escenas de la vida diaria de sus hijos, que ahora tienen entre 12 y 24 años, captó enseguida la atención del público. Empezó explicando que la segunda parte del título de la conferencia ya insinuaba la respuesta a la primera pregunta: sí, hay que poner límites. Pero hay que decidir cuáles, cómo se deben poner para que sean aceptados y cuándo es el momento oportuno de ponerlos y de quitarlos.

La doctora Justin afirmó que el límite se establece naturalmente, tiene una lógica propia, allí donde la libertad de una persona cercena la de otra: el niño que se come el chocolate que su hermano tiene guardado en su “sitio secreto”, el adolescente que escucha música a todo volumen cuando su padre viene cansado del trabajo y se pone a leer el periódico, la hija que gasta todo el dinero que le ha dado su madre para dos semanas de vacaciones en un corte de pelo caro..., están claramente, en este sentido, sobrepasando una frontera. Hace algunos años, una cierta corriente pedagógica propugnaba una educación radicalmente antiautoritaria, sin límites, pero los intentos de introducir ese sistema de educación —el proyecto Summerhill fue el más famoso— resultaron un fracaso. Por eso, aunque ciertamente el “cachete sano” del que hablaban nuestros abuelos ha pasado de moda, hoy en día la imposición de límites de comportamiento a los niños, sean hijos o alumnos, vuelve a ser un tema de interés pedagógico.

Los límites son, en cierta manera, desafíos que contribuyen al desarrollo de la personalidad: los hijos prueban hasta dónde pueden llegar, cuánto pueden “arriesgar” antes de que los padres reaccionen, y de este modo reconocen el horizonte de lo posible y permitido. Los límites les dan seguridad y confianza y les forman en ciertas actitudes necesarias para la vida y la convivencia: mediante los límites, por ejemplo, los hijos aprenden a esperar, a no tener todo enseguida, a pensar primero en los demás, etc.

¿Cuáles son, entonces, las características que han de tener los límites para que sean eficaces en la educación de los hijos? La doctora Justin menciona cuatro. Primera: los límites tienen que tener sentido; es decir, no hay que exigir por exigir. Segunda: los límites establecidos deben ser mantenidos, no se deben cambiar en un momento de “inseguridad”. Tercera: las fronteras tienen que ser las mismas para todos los hermanos —es lo que podríamos llamar la justicia conmutativa—, aunque a veces haya que aplicarlas de modo diferente —es decir, con criterios propios de la justicia distributiva— según circunstancias como la edad, una eventual enfermedad, etc. En este punto no hay que preocuparse mucho, ya que son los hermanos mayores los que se cuidan de vigilar que se apliquen a los pequeños lo que se ha aplicado a ellos (en general, en una familia numerosa es más fácil poner y mantener las fronteras, porque los mismos hermanos se “educan” entre ellos). Cuarta y última: poner fronteras requiere ojo y medida, esto es, encontrar el punto medio entre el “laissez-faire” y la exageración.

El día 30 de abril, Christiana Justin volvió al Centro Cultural Geidorf para participar en un encuentro de amigos y Cooperadores que había sido convocado con el objeto de impulsar un ambicioso proyecto: la financiación del futuro inmueble de Geidorf. Las dependencias actuales, cedidas desde 1973 por la Steirische Kulturvereinigung, ya no responden a las necesidades reales de Geidorf. Por este motivo, la junta directiva ha decidido construir una nueva casa.

Fue precisamente la doctora Justin quien dio a conocer, en el curso de la reunión, el perfil de la nueva residencia: los valores que aspira a transmitir, su empeño por ampliar los horizontes culturales de estudiantes y jóvenes profesionales, el énfasis en la solidaridad, su apoyo a la labor educativa propia de la familia (también por medio de un club juvenil) y la oferta de formación cristiana.

Romana, n. 40, Enero-Junio 2005, p. 149-150.

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