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Bendición de una lápida dedicada a San Josemaría en el antiguo Hospital del Rey

El 9 de enero, aniversario del nacimiento de San Josemaría, don Jesús Conde, Vicario de la Pastoral Sanitaria de Madrid, acompañado por don Pedro Álvarez de Toledo, Vicario del Opus Dei en la Delegación de Madrid-Oeste y los capellanes del Hospital, Francisco Inés y Enrique del Castillo, bendijeron una imagen colocada en la capilla del Hospital Carlos III, antiguo Hospital del Rey.

A la ceremonia asistieron médicos, investigadores, empleados del hospital, enfermos y otros fieles. Junto a la imagen, del escultor Venancio Blanco, se lee: “San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, canonizado por S.S. Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002, y los sacerdotes D. José María Somoano y don Lino Vea-Murguía, atendieron espiritualmente con heroicidad a los enfermos del Hospital del Rey durante los años treinta del siglo XX, animándoles a convertir sus sufrimientos en hermosa oración a los ojos de Dios”.

El Hospital del Rey está situado al norte de Madrid, a 7 km. de la céntrica Puerta del Sol. En los años treinta del siglo pasado estaba en el campo. Su nombre —“Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas”— explicaba el aislamiento. Se trataban allí casos de epidemia y, en general, enfermedades contagiosas; sobre todo, la entonces mortal tuberculosis. Posteriormente se han añadido nuevas instalaciones a los primeros edificios, que en parte han perdido su uso hospitalario para pasar a ser sede de diversos centros de investigación.

San Josemaría pedía a aquellos enfermos “que ofrecieran esos dolores, sus horas de cama, su soledad —algunos estaban muy solos—: que ofrecieran al Señor todo aquello por la labor que hacía”, o sea, por el Opus Dei, que en aquellos momentos —decía— era como una criatura non-nata.

Una religiosa del Hospital del Rey que conoció a San Josemaría declaró, tras su muerte: “Cuando venía a confesar y ayudar, con su palabra y su orientación, a nuestros enfermos les he visto esperarle con alegría y esperanza. Les he visto aceptar el dolor y la muerte con un fervor y una entrega, que daban devoción a quienes les rodeábamos”. Casi todos los domingos y días festivos celebraba Misa para todo el hospital; y predicaba la homilía. Si hacía buen tiempo, celebraba la Eucaristía en el jardín, al aire libre.

Romana, n. 46, Enero-Junio 2008, p. 116-117.

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