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Entrevista concedida a “Il Tempo” Italia 29-XI-2008

Monseñor Javier Echevarría, el 2 de octubre de 1928, hace 80 años, Josemaría Escrivá fundó el Opus Dei. El cristiano como “contemplativo itinerante”: entre todas, ésta nos parece la fuerza decisiva, el carisma que ha permitido que la Obra entrara con ímpetu en el tercer milenio.

Aquel día, hace 80 años, San Josemaría recibió del Señor una luz intelectual sobre lo que sería desde entonces el Opus Dei: una multitud de personas comunes, de todas las razas, profesiones y condiciones sociales, que luchan para vivir plenamente el cristianismo. Fieles que quieren convertir las cosas ordinarias en ocasión de encuentro con Dios. “Contemplativo en medio del mundo” es aquel que, con la ayuda de Dios y a pesar de sus debilidades, busca descubrir a Jesucristo en cada instante de su existencia.

«Que tu vida —se lee en el libro del fundador, Camino— no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón».

Jesús pasó su existencia en la tierra totalmente dedicado a comunicar el anuncio de la salvación por medio de su ejemplo, de sus actos, de su dedicación a los que le rodeaban, sin descanso, hasta la muerte en la Cruz. Este es el ideal que arrastra a todo cristiano auténtico. Como solía decir el fundador del Opus Dei, para quien está enamorado de Jesús cada momento es una ocasión preciosa para hacer más amable la vida a los demás.

Los fieles de la Obra son considerados místicos “de corbata elegante”. En tiempos recientes, una campaña internacional de prensa, de una violencia desacostumbrada, ha calificado al Opus Dei como “élite laica del catolicismo”, “fanatismo necesitado de una reforma radical”, etc. ¿Qué queda de aquellas críticas envenenadas?

Se suele decir —pero no me parece una afirmación justa— que la mitad de los hombres se dedica a criticar a la otra mitad. No hay que dar importancia a las falsedades. Se ha de responder con la caridad y con la coherencia de la propia vida. En muchos casos, además, las informaciones equivocadas o calumniosas son una oportunidad para difundir informaciones correctas. Como todas las realidades cristianas, la Obra no se puede entender sino después de un encuentro personal y con la luz de la fe. Cuando se entra en contacto con los fieles del Opus Dei (sacerdotes diocesanos y simples laicos), se disipan las sospechas, los prejuicios y las deformaciones. San Josemaría rezaba cada día por estos amigos: así los consideraba.

¿Cuánto Opus Dei hay en el futuro de la Iglesia Católica?

El futuro está en las manos de Dios, que prometió a la Iglesia su presencia y asistencia. La Obra seguirá esforzándose, en unión con los demás miembros de la Iglesia, para llevar el mensaje de la salvación, contenido en el Evangelio, a todas partes. Lo hará mostrando al mundo que la santidad es lo que Dios espera de cada uno de nosotros “aquí y ahora”. Me alegra recordar que tantas personas en los cinco continentes se llenan de gozosa admiración ante esta posibilidad: ser santos en el mundo.

¿Se puede hacer una lectura “civil” de la propuesta de Josemaría Escrivá de Balaguer?

El trabajo, entendido como el conjunto de las actividades cotidianas, es el lugar en el que cada uno puede encontrar a Dios. Todas las tareas honestas pueden ser santificadas; todo lo que es humano puede —más bien diría, debe— entrar en relación con Dios. Esta intuición, proclamada solemnemente por el Concilio Vaticano II, es una revolución silenciosa: una muchedumbre de personas, compuesta por estudiantes responsables, profesionales y obreros laboriosos, maridos y mujeres fieles, ciudadanos comprometidos en la obtención del bien para todos. Esto tiene ciertamente una “lectura civil”, porque la vida cristiana contribuye a humanizar la sociedad y a hacerla mejor.

Las oleadas de “relativismo moral y doctrinal” parecen destructoras. Usted puede tomar el pulso de la situación a través de los sacerdotes de la Obra, que trabajan en todo el mundo. ¿Qué es lo que más le preocupa?

El relativismo moral es una manifestación del desasosiego interior que padece quien no ha encontrado todavía a Dios. El servicio más elevado que los sacerdotes pueden prestar es el de llevar a las almas a Dios, lograr que participen del don inmenso de la Eucaristía y que se reconcilien con Él por medio del sacramento de la Penitencia. ¡Cuánta paz se recibe cuando se vuelve a encontrar la amistad con el Señor! El mensaje del Evangelio muestra que Dios quiere nuestra felicidad. Entre las distintas prioridades, me atrevo a decir que la fundamental es la santidad de las personas que han de llevar a Cristo a los demás: es preciso ser hombres y mujeres de oración, de recta doctrina, de virtudes, de entrega a todos.

Existe ya la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Y desde hace poco empezó el Campus Bio-Médico. Educación y biotecnologías parecen ser las nuevas fronteras del Opus Dei.

La primera frontera del trabajo de la Obra es el apostolado personal; pero San Josemaría espoleó a los fieles de la Obra para que promovieran iniciativas educativas y de asistencia, para que se hicieran cargo de los problemas concretos de la sociedad. Esto es lo que desean hacer en el Campus Bio-Médico: una Universidad y un hospital, en el cual la competencia profesional de los médicos vaya acompañada por una gran humanidad; es lo mismo que se da en el Centro Elis, también en Roma, donde se procura enseñar a los chicos a ser buenos profesionales y hombres cabales. Está, luego, la Universidad de la Santa Cruz, que da formación a muchos sacerdotes, religiosos y laicos en teología, derecho canónico, filosofía y comunicación institucional. Es un pequeño ejemplo de lo que podría ser la sociedad si estuviera empapada por los valores cristianos.

Se oye pocas veces hablar de Usted. Tal vez haya elegido una línea de conducta orientada a un silencio operativo. ¿Hay mujeres y hombres que llaman todavía a la puerta del Opus Dei, que quieren abrazar el ideal de vida de San Josemaría Escrivá?

Las personas que se acercan a la Obra lo hacen porque buscan a Dios. El Opus Dei no tiene otro fin que ayudar a los fieles corrientes a elevar la temperatura espiritual de sus vidas, de modo que crezcan en la fe y en el amor a la Iglesia.

Juan Pablo II erigió la Obra como “Prelatura”, y en el Opus Dei ha quedado reflejada la idea que el gran Papa desaparecido tenía de una Iglesia Católica solidaria con todos, maestra indiscutida de la verdad. ¿Este “feeling”se mantiene también con el Papa Benedicto XVI?

La unión de los fieles con el Romano Pontífice es una característica esencial de la Iglesia y, por lo tanto, de la Obra. Cuando San Josemaría llegó a Roma, pasó una noche entera en oración mirando a la ventana del apartamento del Papa, y también a nosotros, sus hijos, nos enseñó a tener una devoción filial al Papa. Benedicto XVI, en continuidad plena con Juan Pablo II, es un pastor ejemplar. Para todos los católicos es un ejemplo de auténtico cristianismo.

El 28 noviembre se cumplió el 25 aniversario de la erección del Opus Dei en Prelatura Personal. ¿Cómo ha vivido esta efemérides?

Ha sido una ocasión de volver a descubrir una gran verdad, expresada por San Josemaría: de que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes.

Romana, n. 47, Julio-Diciembre 2008, p. 300-302.

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