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Las Escuelas Familiares Agrarias en España

Con el fin de colaborar a elevar la calidad de vida de las familias que viven en el campo, a través de la formación profesional, cultural, humana y espiritual, surgieron en España, hace casi 50 años, las Escuelas Familiares Agrarias (EFAs). Partiendo del modelo francés de las Maisons Familiales Rurales, cuya historia comenzó en los años treinta del siglo pasado, el sistema de enseñanza de las EFAs fue pionero e innovador en España. La formación se dirigía a potenciar el desarrollo del alumno en su entorno de trabajo, que para la gran mayoría era de carácter agrario y familiar. Más adelante, los ámbitos de enseñanza se han ampliado a otras especialidades demandadas en el medio rural: hostelería, sanidad, mecánica, etc.

Para conseguir su objetivo, en las EFAs se imparten los ciclos de Formación Profesional, que capacitan técnicamente a los alumnos para desarrollar las tareas propias del medio rural en el que viven y, muchas veces, trabajan. En algunas EFAs también se imparten programas de enseñanza secundaria obligatoria y bachillerato. Además, se promueve el continuo crecimiento de los trabajadores ya cualificados mediante cursos de actualización y perfeccionamiento. Incluso familias son invitadas a incorporarse a clases dirigidas a adquirir una cultura sólida y a valorar la importancia de crecer como personas a través del esfuerzo por ejercitarse en las virtudes. La visión cristiana del hombre y del mundo se encuentra en la base de toda la actividad de las EFAs.

Orígenes y desarrollo

Los orígenes de estas iniciativas se remontan a san Josemaría Escrivá de Balaguer, quien advertía la necesidad de promover la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de los habitantes del medio rural. En los años 60, estas condiciones eran muy precarias en España. San Josemaría impulsó a un grupo de profesionales para que pusieran al alcance de las familias rurales un medio eficaz para elevar su formación, su preparación profesional, su bienestar y su vida cristiana. El fundador del Opus Dei había tenido mucho contacto en su infancia y juventud con el medio rural, y era consciente de la necesidad de llevar el mensaje cristiano a las personas que en él se desenvuelven.

En la creación y el desarrollo inicial de las EFAs participaron Joaquín Herreros y Felipe González de Canales, con la colaboración de las propias familias, de técnicos especializados y de empresarios de las comarcas en que se fueron ubicando. En 1967 pusieron en marcha, junto con Francisco Molina, las dos primeras escuelas en dos localidades de la provincia de Sevilla: Lora del Río (EFA de Molino Azul) y Brenes (EFA de Casablanquilla). Poco tiempo después, habiéndose confirmado rápidamente la utilidad y el valor de esas instituciones, empezaron otras en distintos puntos de la geografía española.

Actualmente existen en España veintisiete instituciones de este tipo, pero el modelo ha superado fronteras y ya se cuentan por decenas las EFAs que existen en todo el mundo. Como consecuencia, se han multiplicado las posibilidades de especialización que en ellas se ofrecen: no solo se dan cursos de manejo agrícola y ganadero o de cultivos forestales; también se capacita en el mundo de la vitivinicultura y de la restauración, en la gestión y organización de los recursos naturales, en la producción agropecuaria, la automoción, la hostelería y el turismo, la educación infantil, la atención socio-sanitaria e incluso los cuidados auxiliares de enfermería e higiene bucodental.

Algunos ejemplos de estas EFAs en España son: EFA La Serna, en Bolaños de Calatrava (Ciudad Real), que imparte estudios de secundaria, gestión administrativa, cocina y gastronomía; EFA Piñeiral, en Arzua (La Coruña), de panadería, repostería, comercio, gestión comercial y marketing; EFA La Noria, en Pinseque (Zaragoza), de cuidados auxiliares de enfermería e higiene bucodental; EFA Torrealuda, en Llombai (Valencia), con estudios de secundaria, e imagen para el diagnóstico; CPR Yucatal, en Posadas (Córdoba), que ofrece bachillerato, educación infantil y secretariado; EFA El Soto, en Chauchina (Granada), que imparte trabajos forestales y conservación del medio natural, producción agroecológica, gestión y organización de recursos naturales y paisajísticos y prevención de riesgos profesionales; EFA Casagrande, en Valdivia (Badajoz), que da formación para realizar trabajos forestales y conservación del medio natural, así como gestión y organización de recursos naturales y paisajísticos.

En el ámbito español, las EFAs están agrupadas en distintas federaciones: Andalucía Occidental, Andalucía Oriental, Aragón, Castilla La Mancha-Madrid, Cataluña, Extremadura, Galicia y Valencia. Con el paso del tiempo, la mayoría decidieron asociarse y constituyeron en 1978 la Unión Nacional de Escuelas Familiares Agrarias (UNEFA), que actualmente congrega a la mayor parte de los centros que desarrollan en España tareas de formación profesional y de promoción del medio rural.

A su vez, UNEFA forma parte de la AIMFR (Asociación Internacional Maison Familiale Rurale), asociación internacional que cuenta con 353 escuelas asociadas en Hispanoamérica, 129 en África, 6 en Asia y 531 en Europa. Además, participa en otros organismos de la Unión Europea, como la Confederación de Organizaciones Familiares de la Unión Europea (COFACE), y ofrecen asesoría a nuevas EFAs que surgen en Latinoamérica. También contribuye a la sensibilización en la ayuda al tercer mundo.

Misión y método de trabajo

El método de trabajo de las EFAs se fundamenta en tres pilares: la alternancia educativa; la participación de las familias y de los responsables sociales del medio; y el proyecto socio-profesional personal.

La alternancia educativa consiste en el binomio escuela-empresa, o lo que es lo mismo, la formación en la vida, en la asunción de responsabilidades técnicas y de relaciones sociales. La combinación de las clases con el aprendizaje en el campo, la fábrica, el taller, etc., favorece el progreso en la formación de los jóvenes.

Otro de los pilares del modelo de trabajo es la estrecha relación entre la familia y la escuela. La participación de las familias en las actividades del centro dota a las EFAs de una peculiar vinculación de los padres en el proyecto educativo de sus hijos. El trabajar en grupo y la convivencia en la sede de la escuela facilita la buena marcha del proyecto educativo.

La aportación de estas escuelas trasciende los contenidos teóricos transmitidos en las aulas: se pretende contribuir a una formación de los alumnos como personas. Por eso se fomenta la libertad responsable, la atención a la diversidad, la igualdad de oportunidades, el respeto a las minorías, la ética profesional, el carácter emprendedor.

Las EFAs contribuyen al desarrollo de las localidades donde trabajan, no sólo a través de la formación de los jóvenes, sino también con cursos de actualización y perfeccionamiento profesional. Su influencia se extiende también a muchas personas que, en mayor o menor medida, han conocido y disfrutado de la formación que se imparte, especialmente a aquellos que participan de algún modo en sus actividades: profesores y familias, padres de alumnos, antiguos alumnos, colaboradores y amigos. Fruto del interés que existe por ofrecer a todos ellos una formación cristiana, estos centros confían la atención espiritual a la Prelatura del Opus Dei. Por eso en las escuelas, además de una formación profesional, se forjan personas cristianas, cultivando la fe, la honradez, el respeto por los demás, la defensa de la libertad, la laboriosidad.

Testimonios

Fernando de la Calle, jefe del Departamento de Microbiología de PharmaMar, habla de su relación con una EFA y expresa que “gracias a esta colaboración, tenemos ya tres o cuatro chicas contratadas y de verdad que, desde mi punto de vista, tenemos una suerte tremenda de tener este centro con nosotros”.

Nares Muñoz, responsable de personal de Nuestra Señora de la Soledad y del Carmen, una residencia de ancianos a las afueras de Madrid, explica cómo cada vez que tienen que aumentar plantilla, las EFAs “siempre son nuestro punto de referencia”.

“Lo que más me ha impactado del centro de la EFA es que el trabajo, el esfuerzo, se tiene en cuenta”, es el testimonio de Cristina García, antigua alumna de la EFA El Gamonal.

Algunas cifras de interés

El 23% de la población española pertenece a zonas rurales. A escala mundial, esta cifra se eleva a más del 43% de la población (según datos de la ONU ofrecidos en 2011 en www.unpopulation.org ).

Desde UNEFA, se hace ver que “en 1970 el 29% de la población rural se dedicaba a la agricultura. Actualmente esa cifra es inferior al 5%”.

El profesorado de las EFAs en España está constituido por personal cualificado, bien coordinado e identificado con el ideario del proyecto. Cuentan con una importante bolsa de trabajo, gracias a una amplia red de empresas colaboradoras (cerca de 3.000). Estas dos circunstancias son fundamentales para conseguir altos niveles de inserción profesional de los que gozan las EFAs. Los matriculados actualmente ascienden a un total de 5.000 alumnos.

Con más de 70.000 titulados provenientes de sus aulas, este tipo de escuelas han ayudado a la formación de muchas personas y familias del medio rural en España y a elevar el nivel de vida y desarrollo de los lugares donde trabajan con iniciativas surgidas en el propio entorno. Con ello se ha contribuido a asentar la población rural en su propio territorio, evitando la despoblación en sus comarcas de origen.

En 2005 la editorial Rialp publicó el libro “Roturar y sembrar”. Se trata de la narración de Felipe González de Canales y Jesús Carnicero sobre el desarrollo de estas escuelas, y destacan la influencia de san Josemaría en su origen.

Romana, n. 54, Enero-Junio 2012, p. 152-156.

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