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Con coherencia cristiana, “Mundo Cristiano” (mayo 2013)

Agradezco la invitación a escribir unas líneas cuando Mundo Cristiano celebra su quincuagésimo aniversario. En un tiempo en que aparecen muchas publicaciones para desaparecer pronto, la edición ininterrumpida durante medio siglo proporciona respetable solera a una revista.

Desde los inicios del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer explicaba cómo sus hijos podrían trabajar en cualquier tarea honesta, con la que habrían de santificarse y ejercer su apostolado. Para ilustrar esta idea, solía poner algunos ejemplos: el mundo de la industria y la artesanía, los oficios manuales, la docencia en sus diversos niveles, la moda, la medicina, las faenas del hogar, la investigación científica, las finanzas, etcétera. Entre esos ámbitos laborales, a menudo citaba también las tareas editoriales y la prensa, de notable repercusión evangelizadora. San Josemaría había sido profesor de la primera escuela de periodismo creada en España tras la guerra civil; y, años después, en 1958, impulsó la puesta en marcha del Instituto de Periodismo, que llegaría a ser la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Era la primera vez en España que esos estudios se adscribían a una universidad. También alentó experiencias similares en otras ciudades de distintos continentes.

Todos los fieles de la Prelatura del Opus Dei procuran llevar a cabo los respectivos trabajos profesionales con coherencia cristiana —“unidad de vida” la llamaba nuestro fundador— y con sentido apostólico: así lo intentan el maestro, la enfermera, el taxista o el vendedor. Y también el periodista, por más que su especialidad —deportes, moda, política o sucesos— pueda parecer carente de alcance teológico. Viene a mi memoria lo que respondió San Josemaría a un periodista que le preguntó sobre la prensa universitaria: “Es una gran cosa el periodismo, también el periodismo universitario. Podéis contribuir mucho a promover entre vuestros compañeros el amor a los ideales nobles, el afán de superación del egoísmo personal, la sensibilidad ante los quehaceres colectivos, la fraternidad” (Conversaciones, n. 86). En este sentido, también recuerdo la satisfacción con que vio, hace diez lustros, los primeros números de Mundo Cristiano. Su primer director, don Jesús Urteaga, sin duda también ve ahora con satisfacción, desde el Cielo, la marcha actual de la revista.

En otros tiempos, las publicaciones de título o contenido religioso acostumbraban a ofrecer varios artículos de tema espiritual; alguna vida de un santo; una sección de cartas o consultorio, respondido por un sacerdote docto; un cuento edificante para los niños y pasatiempos formativos. Los tiempos han cambiado, y es muy probable que, con ese perfil, hoy una publicación difícilmente lograse atraer a muchos lectores. En una revista “para la familia”, sus diversos miembros esperan ver tratados asuntos diferentes: motor, informática, cocina, deporte, moda, televisión… Y habrá que satisfacer esas expectativas. Pero eso no está reñido con que permanezcan siempre la coherencia cristiana y una cierta presencia de contenidos, que inspiren a muchas personas a conocer mejor y a profundizar en su fe. Ahí se incluyen las informaciones sobre el Santo Padre y los asuntos de interés para la vida de la Iglesia: desde el Concilio Vaticano II, cuando nació Mundo Cristiano, hasta el actual Año de la Fe.

Pienso que la revista, dentro de la evolución lógica en toda realidad viva, ha procurado hacerlo así a lo largo de estos cincuenta años.

Felicito a Mundo Cristiano por este “jubileo”; y bendigo de todo corazón a sus promotores, redactores, personal administrativo, colaboradores y lectores.

@ Mons. Javier Echevarría

Prelado del Opus Dei

Romana, n. 56, Enero-Junio 2013, p. 89-91.

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