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Iniciativas sociales y educativas alentadas por Mons. Álvaro del Portilo

“Todos, en la medida de lo posible, hemos de ponernos en contacto con las personas que sufren, con los enfermos, con los pobres […], con los que están solos, abandonados”.

Estas palabras escritas por Monseñor Álvaro del Portillo en 1981 son expresión de una experiencia que él mismo había hecho desde su época de estudiante universitario, cuando a los 19 años se involucró en actividades de las conferencias de san Vicente de Paúl, para distribuir donativos y comida, impartir catequesis y socorrer a niños desamparados en los barrios más pobres de Madrid. Impulsado por san Josemaría, siguió llevando a cabo este tipo de tareas con quienes participaban en la incipiente labor del Opus Dei, que se desarrollaba entonces alrededor de la Academia DYA.

Durante los años en que estuvo al frente de la Obra (1975-1994) aprovechaba sus visitas pastorales por todo el mundo para alentar la puesta en marcha de iniciativas sociales y educativas. Consideraba que una consecuencia natural de la preocupación por los pobres y por los enfermos debía ser la de “impulsar a promover o a participar en labores asistenciales, con las que se trate de remediar, de modo profesional, esas necesidades humanas y muchas otras”. A quienes fomentaban actividades de este género, don Álvaro los animaba a tener horizontes amplios y les daba sugerencias para hacerlas aún más fecundas. Por su parte, vibraba con las noticias que recibía sobre ellas e insistía en que debían surgir nuevos proyectos, especialmente donde las carencias de las personas eran mayores. Llevaba en el alma la pasión por ayudar a los demás y por acercar a todos el rostro amable y misericordioso de Cristo.

Con motivo del centenario del nacimiento de don Álvaro, se recogen en estas páginas informaciones sobre algunas de las iniciativas sociales y educativas que contaron con su aliento o que nacieron de modo directo bajo su impulso. Quieren ser una manera de agradecer su solicitud por el bien espiritual y material de muchas almas y un acicate para seguir pidiendo su intercesión en favor de las personas que se benefician de estas instituciones.

Romana, n. 57, Julio-Diciembre 2013, p. 308-309.

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