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Congreso Vir fidelis multum laudabitur, Roma (12-14 marzo)

Con motivo del centenario del nacimiento de Mons. Álvaro del Portillo y en la proximidad de la fecha de su beatificación, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz organizó, del 12 al 14 de marzo de 2014, un congreso internacional sobre su persona y sus enseñanzas. Participaron más de 300 personas.

La reflexión, a lo largo de las jornadas, giró en torno a tres aspectos: la relación de Mons. del Portillo con el Opus Dei, como principal colaborador y sucesor de san Josemaría; su amor y servicio a la Iglesia, y algunas notas sobresalientes de su mensaje espiritual: la nueva evangelización, la misión del sacerdocio, la reflexión sobre los fieles y los laicos en la Iglesia.

En su discurso inaugural —recogido íntegro en páginas posteriores— Mons. Echevarría, prelado del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad, describió la figura y el recorrido existencial de Mons. Álvaro del Portillo, poniendo de relieve su lealtad «a Dios, la Iglesia, al Romano Pontífice, a san Josemaría y al espíritu del Opus Dei», una lealtad aprendida en el hogar familiar que «se fue acrisolando, día tras día, desde la niñez y la adolescencia».

Resaltando la fidelidad del próximo beato al Romano Pontífice, el prelado afirmó: «No me cabe duda de que la biografía espiritual de don Álvaro, “siervo bueno y fiel” (Lc 19, 17), constituye un ejemplo que todos podemos imitar». De hecho «nuestra máxima aspiración en cuanto cristianos es servir a la Iglesia, al Romano Pontífice y a todas las almas, como nos enseña el Evangelio». Esta fue «la línea de conducta de don Álvaro, que luchó con paz y alegría, con constancia, para llevar a la práctica el espíritu que le había transmitido san Josemaría».

La primera jornada continuó con la exposición del Rev. Prof. Josep Ignasi Saranyana (Universidad de Navarra) quien trató el contexto histórico-eclesial de la vida y actividad de Mons. Álvaro del Portillo (1935-1994). Por su parte, el Prof. John F. Coverdale (Seaton Hall University, New Jersey) se centró en la estrecha relación de Mons. del Portillo con la vida del Opus Dei. «San Josemaría fue un hombre santo, dotado de grandes cualidades humanas, pero necesitaba también afecto y apoyo, y esto lo recibió, sobre todo, de Álvaro del Portillo», aseguró Coverdale.

Amor a la Iglesia

Álvaro del Portillo fue una de esas figuras que, trabajando en un segundo plano, hicieron posible el Concilio Vaticano II. Esta idea centró las exposiciones del segundo día del congreso. El cardenal Julián Herranz, presidente emérito del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, subrayó algunos aspectos del trabajo que Mons. del Portillo desarrolló como secretario de la Comisión de la vida y ministerio de los sacerdotes en la Iglesia y en el mundo. Destacó especialmente su esfuerzo por lograr consensos en un aspecto de gran trascendencia para la Iglesia y el mundo.

La exposición contó también algunos recuerdos personales del trato con el primer sucesor de san Josemaría y los ecos de una reciente visita a Benedicto XVI. «Fui a visitarle —recordaba el cardenal— y él ya sabía de la próxima beatificación de don Álvaro y me dijo: “¡Qué bien! Lo he tenido durante años como consultor en la Congregación para la Doctrina de la Fe, ¡qué buen ejemplo para todos nosotros!”».

Mons. José Luis Gutiérrez (Universidad Pontificia de la Santa Cruz) presentó la segunda ponencia, bajo el título “Monseñor Álvaro del Portillo y la codificación canónica”. En su intervención destacó la visión innovadora del futuro beato sobre el fundamento de la participación activa del laico en la misión de la Iglesia.

En el cierre de la segunda jornada, Mons. Lluís Clavell compartió un recorrido histórico sobre el impulso y la visión de fe con los que Álvaro del Portillo puso en marcha la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.

Testimonio espiritual

Los santos son enamorados de Dios que contribuyen también a mejorar la vida de los demás: esta realidad se constata en el caso de Mons. Álvaro del Portillo, que inspiró y alentó un centenar de iniciativas en todo el mundo dirigidas a los sectores más necesitados. Algunos de los responsables de esos centros compartieron sus reflexiones en el congreso. Como hilo conductor, se destacó el hecho de que en el futuro beato «la relación entre caridad y justicia no fue solo tema de predicación, sino de acción», como sintetizó Mons. Fernando Ocáriz, vicario general del Opus Dei.

El testimonio del filipino Ruben Laraya resultó elocuente: en 1987, con Filipinas inmersa en una situación social muy inestable, de pobreza y opresión política, «mientras muchos hablaban de terror, un hombre hablaba de cambio, era Álvaro del Portillo». Cuatro años después abría sus puertas en Cebú el Center for Industrial Technology and Enterprise, que desde entonces ha ofrecido formación humana y profesional para los jóvenes del entorno.

También se debe al primer sucesor de san Josemaría el nacimiento del Centro Médico Monkole, en la República Democrática del Congo, que inició sus actividades con tres camas en 1991. Hoy, con varios pabellones y cincuenta mil visitas médicas anuales, es un punto de referencia para la sanidad en uno de los países potencialmente más ricos, y más conflictivos, de África. El doctor Leon Tshilolo, su director, relató que aún en «los momentos más difíciles del país, con saqueos y desórdenes, el centro no ha cerrado nunca sus puertas. Incluso la población de los alrededores lo ha protegido contra las bandas armadas que han invadido repetidamente la capital, Kinshasa».

Mons. Ocáriz se refirió a Del Portillo como hombre que inspiraba serenidad y paz, características necesarias también en el ámbito social, como demuestran las experiencias de la labor formativa y asistencial en las periferias del mundo: «comprobamos a diario que las personas solo pueden contribuir a la paz en su entorno si primero ellos encuentran la paz en sí mismos», afirmó el brasileño Roberto Ueda, director de Pedreira, un centro profesional situado en las favelas de São Paulo (Brasil). De ahí la necesidad «de no limitar el trabajo a lo exclusivamente “social”, sino de dirigirse a toda la persona, como pide el Papa en la Evangelii gaudium», subrayó Sharon Hefferan, responsable de Metro, un centro situado en la periferia de Chicago.

A los testimonios sobre el impacto social de tantas iniciativas surgidas por el aliento de don Álvaro, se unieron también los relatos de la cercanía personal manifestada por el futuro beato. Así lo expresaron, entre otros, el cardenal Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia.

Particularmente detallado fue el testimonio de la madre María de Jesús Velarde, fundadora del Instituto Religioso Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, al relatar la cercanía que le manifestó Mons. del Portillo en momentos difíciles. «Mantuve veinticuatro encuentros con él en un arco de nueve años, casi todos de una hora de duración; conservo más de diez cartas y tres documentos que me dirigió. Por teléfono mantuvimos más de cien conversaciones. Me impresionaba ver con qué amabilidad y espíritu sobrenatural respondía a mis llamadas».

Romana, n. 58, Enero-Junio 2014, p. 107-110.

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