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Presentación de la edición italiana de una biografía de Álvaro del Portillo

El libro se titula Alvaro del Portillo. Il primo successore di san Josemaría alla guida dell’Opus Dei, edición italiana de una biografía de Monseñor Álvaro del Portillo escrita por Javier Medina (Bilbao, 1950), sacerdote postulador de la causa y testigo directo de los últimos 24 años de la vida de Mons. del Portillo. Se presentó el 18 de septiembre en Roma, con la presencia de Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, que dirigió un breve saludo inicial; el cardenal Francesco Monterisi, arcipreste emérito de la basílica de San Pablo; el padre carmelita Antonio María Sicari, teólogo, escritor y ensayista; la senadora Emma Fattorini; y María Vittoria Marini Clarelli, directora de la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma. Moderó las intervenciones Cesare Cavalleri, director de Ares, sello editorial que publicó el libro.

En el saludo inicial, Mons. Echevarría recordó que «una beatificación no se puede reducir a la celebración de una persona, sino que es, sobre todo, una ocasión de alabar a Dios, de darle gloria y de agradecer sus dones: concretamente, el de sus beatos y sus santos. El venerable Álvaro del Portillo fue un hombre, un sacerdote, un obispo lleno de alegría al que el Señor concedió muchos talentos humanos. Su beatificación pone ante nuestros ojos —y aquí está la clave de este acto de la Iglesia— el hecho de que la santidad es accesible a todos los bautizados, si responden con generosidad a la gracia de Dios».

El cardenal Monterisi apuntó que Mons. Del Portillo «trabajó mucho por el Concilio Vaticano II, antes, durante y después de su celebración, pasando días y noches estudiando, leyendo y componiendo textos y pareceres. Es admirable —dijo— su trabajo en la redacción del decreto conciliar Presbyterorum Ordinis». También subrayó cómo don Álvaro «supo inspirar decenas y decenas de iniciativas sociales y educativas en todo el mundo: escuelas rurales y urbanas, centros de formación y hospitales. Cuando llegaba a un sitio de África o de América Latina intentaba comprender cuáles eran las necesidades más urgentes de la población. Y, en consecuencia, con su espíritu sereno pero determinado, animaba a algunos fieles del Opus Dei del lugar a poner en marcha alguna iniciativa para responder a esa necesidad».

En su intervención, el carmelita Antonio María Sicari, describió la relación de afecto y lealtad que unía al fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, y al futuro beato Álvaro. «Lo que más resalta es el feliz encuentro entre un fundador, lleno de carisma y de pasión, y un primer discípulo. El nombre que se podría dar a este “feliz encuentro” es la palabra “fidelidad”, pero entendida en un sentido profundo y bidireccional, que va desde el fundador-padre al discípulo-hijo y del discípulo-hijo al fundador-padre».

La senadora Emma Fattorini habló de la relación que existe entre la fidelidad de Mons. del Portillo y su sencillez, especialmente recordando que «de la historia de la relación con su familia y del modo en el que cursó sus estudios se desprende una gran interioridad, vivida al mismo tiempo con libertad de espíritu. Una interioridad profunda y positiva. Por ese motivo, la fidelidad —que es la clave para entender su personalidad— se conjuga con la libertad».

Maria Vittoria Marini Clarelli, directora de la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma, recordó que otro «rasgo de la personalidad de Álvaro del Portillo fue la serenidad». «Caminaba en un modo que asemejaba la sentencia latina festina lente (“apresúrate lentamente”). Comunicaba esta serenidad porque la belleza de su persona estaba unida a una extraordinaria transparencia, como si su alma fuese visible».

La presentación tuvo lugar en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, que Mons. del Portillo puso en marcha en 1984 —siguiendo un deseo de san Josemaría— y de la que fue primer gran canciller.

Romana, n. 59, Julio-Diciembre 2014, p. 359-370.

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