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14 de diciembre. Funeral y sepultura en la cripta de la iglesia prelaticia

El miércoles 14 de febrero, a las 15.45 horas, se cerró el féretro con el cuerpo de Mons. Javier Echevarría. El prelado estaba revestido con los ornamentos sacerdotales morados, y conservaba el anillo episcopal y la cruz pectoral. El ataúd se selló en presencia de algunos miembros del Consejo general y de la Asesoría central, los órganos centrales que ayudan al prelado en el gobierno de la Prelatura. En la parte superior del féretro, además de un crucifijo plateado, había una placa con el nombre del prelado y las fechas 1932 - 2016.

A las cinco de la tarde, se celebró la Misa de exequias previa a la sepultura. En ausencia del prelado, la cátedra de la iglesia permaneció vacía. En la homilía, Mons. Fernando Ocáriz señaló que «por la fe, Mons. Javier Echevarría se sentía muy hijo de Dios y esto le ayudaba a superar las dificultades y los sufrimientos, también físicos; vivía la caridad y urgía a vivir siempre la fraternidad: “¡Que os queráis!”, nos decía siempre; y, como nosotros, esperaba en la promesa del Cielo. Si uno tiene fe, esperanza y caridad las penas más grandes acaban siendo ligeras, porque las lleva Jesús».

«Tenemos que agradecerle —añadió Mons. Ocáriz— su vida de servicio, primero junto a san Josemaría y al beato Álvaro y, luego, en los 22 años que estuvo al frente del Opus Dei. Seguía el ejemplo del Señor, que no vino a ser servido, sino a servir».

A continuación, ocho presbíteros condujeron el ataúd en procesión hasta la cripta de la iglesia prelaticia, donde fue enterrado. La sepultura de Mons. Echeverría se encuentra situada al lado de la tumba del beato Álvaro del Portillo. Mons. Ocáriz rezó un responso y, finalmente, se introdujo el ataúd en la tumba y se cubrió con una losa.

Romana, n. 63, Julio-Diciembre 2016, p. 245-246.

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