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Mensaje con ocasión de la Navidad

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Se acerca la noche en la que celebramos el nacimiento del Niño Jesús. Son jornadas en las que el ambiente externo acompaña nuestra alegría interior. La señal dada a los pastores de Belén para que pudieran reconocer al Mesías fue que encontrarían «un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre» (Lc 2,12): allí les esperaba el Hijo de Dios. ¡Acerquémonos a la sencillez y silencio de Belén! Dejémonos envolver por ese recogimiento del corazón al que nuestro Padre llamaba «el portero de la vida interior» (Camino, n. 281). En el silencio de Belén —de la mano de María y de José— encuentran su lugar, con renovada claridad, nuestras alegrías, nuestros anhelos y nuestras penas.

Con mi bendición más cariñosa, os deseo una muy feliz y santa Navidad, vuestro Padre

Fernando

Roma, 16 de diciembre de 2019

Romana, n. 69, Julio-Diciembre 2019, p. 271.

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